El 8 de marzo fue un día horrible. Tenía a los dos niños en casa porque era fiesta local, y empezaba a gestionar la cuenta de un cliente nuevo. Esto significa llamadas constantes, montañas de mails para ir sentando las bases de un trabajo que luego irá rodado, pero que los primeros días siempre es un poco caótico hasta que las dos partes tienen toda la información que necesitan…
Los clientes que me conocen saben que, normalmente, cuando me llaman estoy disponible, contesto los mails inmediatamente, soluciono rápido los problemas que pueden ir surgiendo… y si un día es complicado, no me importa comentárselo. Pero es una situación extraña que te llame una persona que casi no te conoce y tenga que escuchar a tu hija gritando que quiere hacer pis. Y se convierte en estresante cuando la siguiente vez que intenta hablar tranquilamente contigo, el sonido de fondo es tu bebé llorando porque tiene hambre. La tercera vez llega a dar cierta vergüenza, y a partir de la cuarta desespera.
Estoy acostumbrada a hacer mi trabajo de forma inmediata, y de hecho considero que esa es la base de las redes sociales: inmediatez, rapidez, capacidad de reacción. Y ese día era imposible! Lo más irónico del caso, la fecha. Era el día de la mujer, hasta ahora conocido como el día de la mujer trabajadora.
Ni siquiera pude leer la información sobre redes sociales que me gusta compartir a diario en Twitter, por lo que tuve la cuenta inactiva. Me gusta interactuar a diario, pero a veces hay que priorizar…
Al terminar el dichoso día, me siento ya tranquila a enterarme de lo que se había publicado sobre el sector. Y me encuentro que un estudio sobre redes sociales afirma que las mujeres las utilizan para enterarse de temas de autoayuda, problemas familiares y de la casa…
A wellcommunity le parece esto demasiado frívolo y decide elaborar una lista con 100 mujeres con talento digital, que interactúan, comparten, enseñan y aprenden algo más que recetas de cocina y trucos para quitar manchas. Mujeres que consideran útiles, interesantes, profesionales.
Y ¡sorpresa! Me encuentro mi nombre, junto al de mujeres como Esperanza Aguirre, Lady Gaga o Sara Carbonero. Y tras un día como ese, sólo puedo decir… GRACIAS!
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