Como todo, las redes sociales se pueden usar bien, o usarlas para abusar. Y esto último es lo que está pasando, cada vez más a menudo, con LinkedIn. Lo que empezó siendo una red de contactos profesionales se está convirtiendo en un enredo de aprovechados que quieren vender, y piensan que pueden hacerlo de cualquier forma.
Esto tiene dos problemas. El primero, para la empresa que lo hace, que pierde credibilidad y hace que empeore su imagen de cara al público al que intenta vender. Y el segundo, que el medio que utilizan, en este caso las redes sociales, también se ven perjudicadas porque empiezan a percibirse como intrusivas.
Yo siempre he sido muy selectiva, por ejemplo, con los contactos a los que acepto en Facebook. Mi cuenta personal no la uso para trabajar, y sólo admito personas que en la vida real también son amigos. Pero tenía la costumbre de aceptar todas las solicitudes de LinkedIn, por si en un momento dado pudieran ser interesantes como contacto profesional. Pero últimamente pienso mucho a quién aceptar. La mayoría de los que me lo piden terminan mandándome mensajes contándome las maravillas de su empresa.
Lo peor es que no discriminan en absoluto a quién contactan. Muchas comunicaciones empiezan “hemos visto la actividad de su empresa, y pensamos que la propuesta que le vamos a hacer le va a resultar absolutamente necesaria…” y pasan a describir sus servicios, que igual pueden ser de globos aerostáticos como de reparación rápida de carburadores de camión. Que yo me pregunto… ¿y esta gente qué estaría buscando para encontrarme, y por qué han pensado que me puede interesar lo que venden?
Lo último, lo que me ha hecho escribir este post para compartir con vosotros mi asombro, ha sido una pequeña empresa, de la que no diré el nombre. El dueño me manda una solicitud, indicando que es “amigo”. Ni le conozco, pero como es la forma que utiliza mucha gente para pedir contacto en LinkedIn sin haber compartido empresa, le acepto. Al rato recibo un mensaje en el que me dice “Esther, como ya somos contacto en LinkedIn, mándame nombre y teléfono de la persona responsable de compras en Mercedes-Benz”. Yo alucino un poco, pero lo leo desde el móvil y ni me molesto en contestar. Me olvido hasta que a los 3 días me manda otro, entre exigente y enfadado, diciéndome que haga el favor de facilitarle la persona que se encarga de decidir los caterings en Mercedes, tal y como me pidió. Pensaba contestarle diciéndole, primero, que evidentemente no se lo doy, y segundo, que esa no es forma de usar las redes, pero la verdad, me dio pereza. El poco tiempo libre que tengo no lo voy a dedicar a enseñarle a usar las redes sociales de forma eficiente, o por lo menos educada. Le eliminaré de mis contactos y punto.
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