Hace 30 años, los recursos eran muchísimo más limitados y antes de enviar cualquier cosa a producción, a los programadores, esta tenía que ser diseñada y evaluada cuidadosamente. Para ello, Miyamoto y su equipo diseñaban primero los niveles en papel cuadriculado y cuando eran necesarias modificaciones, las realizaban sobre papel cebolla.
Los cambios tenían que ser mínimos porque, por limitaciones de diseño y de código, una vez se había construido un nivel concreto ya no eran tan sencillo modificarlo. La “magia” y la personalidad que tienen cada uno de los niveles de ese mítico Super Mario tiene un origen en realidad bastante sencillo. Según Miyamoto, la mayoría de las veces esos niveles eran el resultado de dibujar algo que, simplemente, a él le apetecería jugar, el equipo de diseño y algunos retoques aquí y allá hacían el resto.
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