Sí, es una cafetera. Lo sabes cuando vas a comprarla, pero en el momento en que la tienes entre tus manos casi se te olvida, disfrutando de todo el universo de diseño que lleva consigo.
El momento de adquirirla es experiencia de usuario en estado puro. Un packaging diferente, hexagonal, de aspecto limpio y líneas angulosas, hace que estés deseando abrirla desde el momento en que la tienes en tus manos, y que entiendas por qué hay vídeos en Youtube mostrando el momento de desembalar determinados productos.
Los colores de los diferentes tipos de cápsulas de café, ordenados mostrando toda la gama, hacen complicada la elección. Pero no porque no se distingan entre ellos, sino porque simplemente los quieres todos. Al fin, decides cuáles vas a probar y llegas a casa con ella. Sabías que tenía que ser bonita, la has visto en la caja. Pero tenerla es otra cosa.
El diseño de Mini la hace espectacular. Las sencillas líneas brillantes blancas y negras recuerdan una carretera, y la parte superior redonda le aporta una alusión a un casco, con visera incluida, que le da un aspecto aún más deportivo (nunca pensé que iba a usar el adjetivo “deportivo” para hablar de una cafetera, pero tampoco que adquirir una me crearía la necesidad de escribir un post sobre ella). Y el logo de Mini rematando el conjunto.
En casa somos muy cafeteros y hemos probado ya los siete sabores que elegimos y los de las muestras. A mí me tiene completamente enamorada el Latte Macchiato Caramel para un momento de relax, y para después de comer el Ristretto Ardenza. Los niños han descubierto el Chococino y hemos podido probarlo de pura casualidad…
Y es que están buenísimos, pero además, estamos disfrutando de la compra también cuando no tomamos café. No creo que haya ninguna cocina en la que algo un objeto así pueda quedar mal. La mía, desde luego, ha ganado mucho y en ella había un sitio de honor reservado para nuestra NESCAFÉ® Dolce Gusto®. Sabíamos que sería buena compra, pero no imaginábamos que hasta este punto.
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