Cuando se habla de diseño gráfico, sobre todo si la persona no está directamente relacionada con este tema, se piensa en anuncios para prensa, ilustraciones… y no nos damos cuenta de la cantidad de soportes susceptibles de convertirse en un canal de comunicación ideal que tenemos a nuestro alrededor.
Es cierto que se está perdiendo poco a poco el uso del papel como soporte para informarnos o comunicarnos, pero el hecho de que lo digital se haya convertido en un imprescindible en nuestras vidas no significa que no haya hueco para la comunicación offline. Estamos rodeados de objetos que pueden pasar desapercibidos o convertirse en un foco de atención para nuestros posibles clientes.
Podemos esperar el autobús sin percatarnos siquiera de lo que nos intentan vender en la marquesina, o llevarnos un recuerdo claro de la marca y hasta compartirlo en medios sociales o comentarlo esa tarde tomando algo si hay una acción original que nos llame la atención. Todo depende de la creatividad que se le haya dedicado.
Otro soporte imprescindible es el diseño del packaging. ¿O me vais a decir que es lo mismo abrir un producto de Apple según llega de la tienda que cualquier otro dispositivo? Los famosos unboxing de los que viven algunos youtubers cobran sentido cuando el paquete está diseñado de tal forma que merece la pena detenerse a abrirlo, casi como si fuera un ritual.
Un buen packaging aumenta las ventas, provoca el deseo de compra, llama la atención y hace que deseemos abrir y poseer lo que contiene. Si es creativo, se puede convertir además en una forma sencilla de viralizar nuestro producto, como ya ha ocurrido con ediciones limitadas de aparatos tecnológicos, alimentación, bebidas, etc.
Como pasa con la comida, muchas de las compras que realizamos «nos entran por los ojos». Y lo primero con lo que entramos en contacto es con el packaging, por lo que es fundamental que la primera impresión sea digna de recordar. Así el primer paso para la venta estará hecho.
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