Hemos entrevistado a Santiago López Jóver Director de la película «Chico Mocoso» (Rotzbud).
¿Nos puedes realizar un breve resumen de tu trayectoria profesional y un trabajo del que te sientas orgulloso profesionalmente?
Me llamo Santiago López Jover y soy director, animador y supervisor de animación desde hace unos 18 años. Mi ciudad natal es Valencia, pero mi profesión me ha llevado a vivir y trabajar en diferentes países de Europa como Irlanda, Francia o Alemania. Hace diez años que resido en Viena (Austria) con mi familia, donde paradójicamente apenas existen proyectos de animación. En ese contexto, acabo de terminar de dirigir el primer largometraje animado íntegramente realizado en Austria, la película “Rotzbub”, inspirada en el universo artístico y la vida del caricaturista Manfred Deix.
Como niño de los 80, crecí en una época en la que los niños aún jugábamos en la calle, y en casa las televisiones locales comenzaban a ofertar una gran variedad de series de animación, lo cual ha influenciado fuertemente a toda mi generación. Mi padre, que es un gran cinéfilo, me inculcó el amor por el cine, así que inevitablemente mi vocación profesional nace como resultado de todo esto, y de mi pasión por el dibujo. Tuve la suerte de estudiar Bellas Artes en la Universidad Politécnica de Valencia, donde existe una especialidad de animación, y allí descubrí casi por casualidad que podía dedicarme a esto. Empecé mi carrera como animador stopmotion de muñecos de plastilina y acabé en el estudio irlandés Cartoon Saloon, trabajando en películas maravillosas realizadas en animación tradicional. Ha sido este estudio el lugar en el que más he aprendido y crecido profesionalmente, cuya experiencia me ha abierto las puertas a dirigir mis primeros proyectos.
Actualmente compagino mi trabajo en Cartoon Saloon como supervisor de animación freelance, con la preparación de mi segundo largometraje como director.

¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?.
El “superpoder” que tenemos los animadores de insuflar vida a cosas o dibujos que no la tienen y cómo utilizar esta habilidad para contar historias. La palabra “animar” significa justamente eso, darle alma a algo. No se trata solo de hacer que un personaje o un objeto se mueva, la dificultad está en conseguir dotarle de vida, de emociones y, por lo tanto, en contar una historia a través de él. Es un trabajo que requiere mucho esfuerzo y grandes dosis de creatividad.
¿Qué es para ti la creatividad?.
Creo que puede ser muchas cosas, porque la creatividad no se limita solo al ámbito artístico, pero en mi caso particular creo que es el impulso por descubrir y aprender. También por querer ser mejor en algo. Si pienso en dos de las facetas más importantes de mi vida, la familiar y la profesional, creo que la creatividad es el motor que me lleva a querer reinventarme, buscar soluciones y corregir los errores cada día.

¿Con creatividad se nace o se hace?
Creo que todo ser humano es creativo desde que nace: es ese impulso de autodescubrimiento el que por ejemplo nos lleva a aprender a andar por nosotros mismos, a hablar, etc. Probablemente la infancia es nuestro periodo más creativo, pero cuando crecemos y nos hacemos adultos esa creatividad se acartona, porque ya sabemos muchas cosas y hemos aprendido lo necesario para valernos por nosotros mismos. Yo creo que la creatividad hay que seguir entrenándola, hay que estimularla y no apagar ese afán de conocimiento que tenemos cuando somos niños. Eso, sin duda, nos ayuda a ser mejores personas, y en el caso de los artistas es fundamental para mejorar, aprender y seguir motivados.
¿Crees que hay algún secreto para ser creativo?
Creo que es importante el equilibrio y la escala de valores. Concretamente en mi profesión el trabajo suele ser muy absorbente, es necesario estar concentrado y aislado para poder trabajar bien y desarrollar las ideas que tienes en mente. Pero en ocasiones esto nos puede llevar a descuidar otros ámbitos de la vida que también son esenciales y, en consecuencia, llevarnos a un vacío creativo.
En mi escala de valores procuro poner a mi familia y amigos por delante del trabajo, de manera que trabajo para vivir y no viceversa. Este equilibrio me ayuda a mantener las ideas frescas y los pies en el suelo en el ámbito laboral.

¿Cómo abordas el proceso creativo?
Normalmente empiezo con cierto respeto por lo que tengo que hacer. Eso me ayuda a tomar la tarea con humildad, una cualidad que considero importante en esta profesión. También tengo muy claro que mi trabajo es una pequeña parte de un proceso que ha de realizarse en equipo y hay que saber cuál es tu sitio: un proyecto de animación terminado exitosamente es el resultado de la colaboración entre multitud de talentos y es fundamental que haya respeto y complicidad entre los diferentes artistas y departamentos.
Lo primero es estudiar bien todo lo que envuelve el proyecto. Cuando se trata de una animación, estudio bien el material de base y todo lo que rodea la escena, el diálogo, el contexto, las motivaciones de los personajes, etc. Cuando se trata de dirigir una historia, me documento y me empapo bien de todos los elementos que la componen antes de empezar a trabajar en el viaje de los personajes y los arcos dramáticos: el trasfondo histórico, el lugar en el que sucede, la ambientación, el tono, etc.

Después de esa fase de estudio, normalmente empiezo a dibujar lo que me viene a la cabeza. En ese temor y respeto que comentaba antes, las primeras ideas que tengo suelen ser confusas e inútiles, pero es importante ser constante. Esa fase errática conceptual es fundamental para clarificar lo que quiero contar, así que normalmente guardo estos bocetos para recordar cuál ha sido el origen de todo, y volver a él cuando sea necesario. En el caso de una animación, suelen ser pequeños esbozos o thumbnails de la acción del personaje, que definen lo que quiero contar en la escena y cómo. En el caso de una película, son dibujos conceptuales un poco más elaborados que representan momentos clave de la historia.
A partir de ahí, empiezo a procesar o descartar esas ideas y a ir refinándolas trabajando desde lo general a lo particular. En el caso de una escena de animación, es un proceso que suele durar unos días. En el caso de una película es un viaje mucho más largo que suele llevar años. Durante ese tiempo, es crucial estar en constante comunicación con los diferentes artistas y supervisores que forman parte del proyecto, ya que en definitiva, todo es fruto de un laborioso trabajo en equipo en el que todo el mundo es importante.
¿Qué es lo más creativo que has hecho?
Sin duda llevar casado 17 años y ser padre de 7 hijos.
¿De qué llenarías un espacio creativo?
De cosas que me inspiren. En este momento mi espacio creativo es muy sencillo pero cuenta con lo esencial; herramientas de dibujo, una biblioteca, posters de cine y una colección de mis películas favoritas. En mi caso también me ayuda mucho tener a mis hijos cerca, porque ellos son una fuente constante de entusiasmo e imaginación. También de curiosidad. Me gusta enseñarles mi trabajo y que me den feedback.
A mi espacio creativo solo le añadiría una ventana con vistas a las montañas de Austria… es lo que me queda pendiente.

¿Hay alguna idea, de las que has tenido, que aún sigan en el cajón, porque nadie se ha atrevido a creer en ella?.
La película que estoy preparando ahora es justamente una idea que estaba en un cajón y, de repente, encontré el apoyo para empezar a llevarla a cabo. Se trata de un largometraje de animación para adultos sobre los últimos mártires cristianos de Japón. No sé si llegaré a terminarla o si volverá al cajón, porque realizar una película de animación es un proceso muy largo que a veces se consigue completar y a veces no, pero estoy disfrutando muchísimo el viaje y para mí eso ya merece la pena.
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